Acab, el perverso rey de Israel, se reunió con Josafat, el espectacular rey de Judá. Y entonces Acab habló:

‘¿No saben que Ramot de Galaad nos pertenece? ¡Y no hemos hecho nada para obligar al rey de Siria a que nos la devuelva!’

Así que le preguntó a Josafat: ¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad?                1º. Reyes 22.3-4

Josafat contestó:

“…Estoy a tu disposición, lo mismo que mi pueblo y mis caballos”. 1º. Reyes 22.4

 

Y así lo hicieron. Josafat se unió con Acab para pelear juntos por la causa. El problema es que Dios no respaldaba la batalla de Acab, de hecho en esa batalla ejecutaría finalmente el juicio sobre él, así estaba establecido. Josafat se expuso por pelear la batalla equivocada, junto a la persona equivocada. Entregó sus recursos y los puso a la disposición de alguien que no tenia el respaldo de Dios. Unirse con Acab no era correcto.

 

Dios no pelea todas las batallas, por eso debes estar seguro si estás en un escenario que Dios respalda y aprueba. ¿Qué batalla pelea el Señor?, sin duda hay varias cosas que considerar, entre ellas 3:

 

  1. La batalla es espiritual. A la luz de la iglesia del Nuevo Testamento, los vemos peleando la batalla del establecimiento del Reino de Dios, no había otra causa más que el establecimiento del Reino de Dios en los corazones, y lo hacían a través de la oración y la predicación principalmente. La batalla era espiritual, con armas espirituales (Efesios 6.10-18).

 

  1. La batalla da testimonio de Cristo para alcanzar las almas. Que el resultado de esa batalla esté vinculado con llevar el Evangelio a otros:

 

“Y oren también por mí. Pídanle a Dios que me dé las palabras adecuadas para poder explicar con valor su misterioso plan: que la Buena Noticia es para judíos y gentiles por igual.

Ahora estoy encadenado, pero sigo predicando este mensaje como embajador de Dios. Así que pidan en oración que yo siga hablando de él con valentía, como debo hacerlo”. Efesios 6.19-20 NTV

El deseo de Pablo era que los hermanos de la iglesia de Éfeso se unieran a su lucha orando para que pudiera seguir predicando el mensaje del Evangelio, solamente eso.

  1. Que Dios sea glorificado. El resultado y objetivo final, no negociable de la batalla debe ser que el nombre de Dios sea claramente glorificado. Delante de Dios el asunto no es simplemente victoria, darnos la victoria, o que haya victoria. Para Dios es fundamental que nadie más diga que fue por su recurso y capacidad que se logró la meta. Para Dios el asunto es que su nombre sea glorificado, Dios se manifiesta para que los pueblos reconozcan su Señorío y lo adoren, no se trata de victoria, se trata de que su nombre sea glorificado.

 

“¡Yo soy el SEÑOR; ese es mi nombre! No le daré mi gloria a nadie más, ni compartiré mi alabanza con ídolos tallados”. Isaías 42.8 NTV

Josafat falló al ser parte de una batalla que estaba perdida antes de iniciar. Josafat se expuso y casi muere en esa batalla, lo salvó su clamor desesperado al Señor.  Josafat falló cuando hizo una alianza que Dios no respaldaría.

Considera: ¿qué batalla estás peleando?, ¿al lado de quién la estás peleando?, ¿cuáles son las estrategias y métodos?, ¿está Dios respaldando esa batalla?, ¿el Reino de Dios se engrandece?, ¿el Evangelio es predicado?, y sobretodo, ¿está siendo Dios glorificado?